Al fin. A las siete y media salí de la oficina y fui al apartamento. Ella había llegado antes, había abierto con su llave y se había instalado. Cuando llegué me recibió alegremente, sin inibiciones, otra vez con un beso. Comimos. Hablamos. Reímos. Todo estuvo tan bien, que no vale la pena escribirlo. Estoy rezando: "Que dure", y para presionar a Dios voy a tocar madera sin patas.
By Mario Benedetti !